La Alerta Silenciosa de las Pantallas: Un Caso de Convulsión Infantil Nos Invita a Reflexionar

Paraíso, Tabasco –

Redacción

Una experiencia que ha sacudido la vida de una familia en Paraíso, Tabasco, se ha convertido en un llamado de atención urgente para padres y madres en todo el país. Maritza López López, con el corazón en la mano, compartió en redes sociales el dramático episodio que vivió su hijo Iker: una convulsión severa que, según el diagnóstico médico, fue provocada por el uso excesivo de celulares y videojuegos.

El incidente ocurrió en la madrugada, alrededor de las 3:00 AM, mientras Iker dormía. Fue su hermano quien, afortunadamente, escuchó los golpes contra la pared y alertó a la familia, permitiendo una rápida intervención de su padre y vecinos que lograron auxiliarlo en esos momentos críticos.

La madre relata que, durante el periodo vacacional, Iker pasaba horas inmerso en juegos como Free Fire y Minecraft, extendiendo su tiempo frente a la pantalla hasta altas horas de la madrugada. Maritza reconoce con dolor que, al estar en otra habitación, no percibió la magnitud del tiempo que su hijo dedicaba a estas actividades, afectando gravemente sus patrones de sueño.

Tras el susto, Iker fue sometido a tomografías y exámenes, y en los próximos días se le realizará un electroencefalograma. La recuperación no fue inmediata; el niño tardó dos días en recuperar la movilidad y, al salir del hospital, aún presentaba episodios de incoherencia. Los especialistas médicos han sido contundentes en su diagnóstico: la exposición prolongada a las luces y la estimulación constante de las pantallas habrían provocado un colapso cerebral, desencadenando la convulsión. Como medida preventiva, Iker tiene ahora prohibido el uso de cualquier tipo de pantalla, incluyendo la televisión.

La reflexión de Maritza es un eco de la preocupación creciente en la sociedad: “Yo lo permití… pensé que no tenía nada de malo, eran vacaciones. Pero hoy entiendo que no son juegos inocentes… son bombas de tiempo”. Su testimonio, cargado de arrepentimiento y una profunda intención de advertir, busca evitar que otras familias atraviesen una situación similar.

Este caso nos obliga a mirar más allá del entretenimiento digital y a cuestionar los límites que establecemos para el uso de la tecnología en la infancia. La historia de Iker es un recordatorio contundente de que, si bien las pantallas ofrecen un mundo de posibilidades, su uso desmedido puede tener consecuencias graves e invisibles para la salud cerebral y el bienestar de nuestros niños. Es una invitación a la conciencia, a la supervisión activa y a la priorización de la salud sobre el ocio digital, para proteger a las nuevas generaciones de los riesgos que, a veces, se esconden detrás de una pantalla.

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